fundación GRATIS DATE

Gratis lo recibisteis, dadlo gratis

Otros formatos de texto

epub
mobi
pdf
zip

Descarga Gratis en distintos formatos

Nota

Trae santa Teresa, acerca de la materia de la obediencia, unas palabras demasiado significativas para que las pasemos por alto en este lugar, como autoridad que resume otras muchas. «Sería recia cosa que nos estuviese claramente diciendo Dios que fuésemos a alguna cosa que le importa, y no quisiésemos sino estarle mirando, porque estamos más a nuestro placer. ¡Donoso adelantamiento en el amor de Dios!, es atarle las manos, con parecer que no nos puede aprovechar sino por un camino.
«Conozco algunas personas que he tratado (dejado, como he dicho, lo que yo he experimentado) que me han hecho entender esta verdad cuando yo estaba con pena grande de verme con poco tiempo, y así las había lástima de verlas siempre ocupadas en negocios y cosas muchas que les mandaba la obediencia; y pensaba yo en mí, y aun se lo decía, que no era posible entre tanta baraúnda crecer el espíritu, porque entonces no tenían mucho.
«¡Oh, Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes imaginaciones! Y cómo de un alma que está ya determinada a amaros, y dejada en vuestras manos, no queréis otra cosa sino que obedezca, y se informe bien de lo que es más servicio vuestro, y eso desee. No ha menester ella buscar los caminos ni escogerlos, que ya su voluntad es vuestra. Vos, señor mío, tomáis ese cuidado de guiarla por donde más se aproveche. Y aunque el prelado no ande con este cuidado de aprovecharnos el alma, sino de que se hagan los negocios que le parece convienen a la comunidad, Vos, Dios mío, le tenéis, y vais disponiendo el alma y las cosas que se tratan, de manera que, sin entender cómo, nos hallamos con espíritu y gran aprovechamiento, que nos deja después espantadas».
Y después de haber traído algunos ejemplos para ilustrar la materia, la gran santa nos anima con uno de sus apóstrofes, tan familiares en ella: «Pues, ¡ea!, hijas mías, no haya desconsuelo cuando la obediencia nos trajere empleadas en cosas exteriores; entended que si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor; ayudándoos en lo interior y exterior».
Después, volviendo a su habitual gravedad, concluye con esta convicción que no podía venirle sino de un dictado de lo alto: «Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades, debajo de color de bien. Y esto, se note bien, y verán claro que digo verdad...
«Lo que pretendo dar a entender es la causa que la obediencia (a mi parecer) hace más presto, o es el mayor medio que hay para llegar a este tan dichoso estado [de perfección]. Es que como en ninguna manera somos señores de nuestra voluntad, para pura y limpiamente emplearla toda en Dios, hasta que la sujetamos a la razón, es la obediencia el verdadero camino para sujetarla. Porque esto no se hace con buenas razones; que nuestro natural y amor propio tiene tantas, que nunca llegaríamos allá. Y muchas veces, lo que es mayor razón (si no lo hemos gana), nos hace parecer disparate, con la gana que tenemos de hacerlo» (Las fundaciones, c. V, 5, 6; 8, 10 y 11).