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Salmo 94 (95). Postrémonos por tierra

El salmo tiene dos partes. La primera (vv.1-7) es una invitación a la alabanza («aclamemos») y a la adoración («postrémonos»); los motivos son la grandeza y majestad de Dios (v.3), su señorío sobre la creación (vv.4-5) y la elección y pastoreo de su pueblo (v.7). La segunda es una invitación a escuchar y obedecer a Dios y una advertencia-amonestación si eso no se da (vv.8-11); no se vive de rentas: es preciso escuchar hoy –cada día– la voz de Dios sin endurecer el corazón, pues de lo contrario se perdería lo recibido (del mismo modo que los antepasados no pudieron entrar en la Tierra por su indocilidad: cfr. Ex 17,1-7; Num 20,1ss; Dt 6,16).
La relación entre las dos partes se basa en el hecho de la alianza (v.7). Esta es una relación viva con Dios: si Él es el Pastor que guía a su pueblo, este debe estar constantemente atento a su voz para dejarse guiar. Es una invitación a vivir como aliado, a mantener viva la alianza día tras día, evitando la esclerotización y la desobediencia (endurecer el corazón: v.8), así como el disputar con Dios y ponerle a prueba dudando de Él (v.9; cfr. Ex 17,7).
Hb 3,7-4,11 es un comentario a la segunda parte del salmo. Con la resurrección de Cristo se ha inaugurado el verdadero descanso y el reposo definitivo en Dios: por eso la llamada a la fidelidad a la voz de Dios se hace ahora más apremiante y trascendental; este «hoy» reclama una obediencia más absoluta y continua.
En la liturgia de la Iglesia este es el salmo invitatorio por excelencia. Nos impulsa a comenzar cada jornada en la adoración («postrémonos por tierra») de un Dios que no sólo nos creó, sino que nos sigue creando continuamente («Creador nuestro») y nos regala un nuevo día en el que no deja de conducirnos como Buen Pastor. Al mismo tiempo nos llama a iniciar este nuevo «hoy» en la escucha continua de su voz, sin endurecernos, sin dudar de Él, sino obedeciendo sus inspiraciones. Y nos amonesta del riesgo de que nuestro corazón se extravíe de sus caminos y no podamos alcanzar el verdadero y eterno descanso en Él.