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Tratado IX. La Gracia Santificante

1. La gracia santificante

2. Necesidad

3. Gratuidad

4. Propiedades

5. La gracia adyuvante

6. Efectos

7. Efectos últimos

8. Eficacia

9. Eficacia. Otras características

10. La gracia actual

11. La gracia actual (distribución)

12. La gracia actual (necesidad)

13. La gracia actual (no es necesaria)

14. La gracia actual (suficiente y eficaz)

1. La Gracia santificante

-Varias acepciones

-Es una participación de la naturaleza divina

-Es algo real producido y recibido en el alma

-Es un don creado

-No es un favor de Dios extrínseco sino inherente al alma

-Es un ser permanente a modo de hábito

-El hábito de la gracia es distinto del de la caridad

-La gracia en la tierra es una anticipación de la gloria en el cielo

-La gracia en el estado de «viador» es el comienzo de la gloria en el estado de comprehensor

-La palabra «gracia» tiene varias acepciones.

a) -Amabilidad.

Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer inteligente esa será alabada (Prov. 31, 30).

Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca (Lc. 4, 22).

b) -Hermosura.

Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer inteligente esa será alabada (Prov. 31, 30).

c) -Benevolencia.

José se ganó su favor y entró a su servicio y su señor le puso al frente de su casa (Gén. 39, 4).

d) -Don concedido gratuitamente.

...por quien recibimos la gracia y el apostolado... (Rom. 1, 5).

e) -Agradecimiento.

Luego tomó un cáliz y, dadas las gracias, se lo dio diciendo... (Mt. 26, 27).

-La gracia santificante es una participación física y formal de la naturaleza divina.

a) -Es un participación.

...por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina,... (2 Pe. 1, 4).

b) -Es un participación física y formal.

Esta es la que se encuentra y se puede afirmar igualmente en aquel que participa y en aquel que es participado.

Ej. El hierro candente participa del calor del fuego.

En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rom. 8, 14).

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1 Jn. 3, 1).

Aclaración. La filiación trae consigo la participación de la naturaleza del padre.

-La gracia santificante o habitual, por la cual nos hacemos gratos a Dios, es algo real, producido y recibido en el alma.

Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia (Jn. 1, 16).

-La gracia santificante es un don creado; no es la misma persona del Espíritu Santo.

Porque Dios es almena y escudo, él da gracia y gloria;... (Sal. 84, 12).

Aclaración. Por tanto, gracia y gloria no son el Espíritu Santo.

-La gracia santificante por la cual somos justificados no es un favor de Dios extrínseco, sino un don inherente al alma.

Ya guiará Yahvéh de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan (Is. 58, 11).

Aclaración. Estas palabras designan metafóricamente la gloria santificante, y declaran abiertamente que es un don inherente al alma.

...el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota par la vida eterna (Jn. 4, 14).

Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones (2 Cor. 1, 21-22).

...fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,... (Ef. 1, 13).

-La gracia santificante es un ser permanente a modo de hábito.

Jesús le respondió: «Si alguno me ama,...vendremos a él, y haremos morada en él (Jn. 14, 23).

¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor. 3, 16).

Porque nosotros somos santuario de Dios vivo,... (2 Cor. 6, 16).

Aclaración. «Hacer morada», «habitar», «ser santuario» denotan permanencia.

-El hábito de la gracia santificante es distinto del hábito de la caridad.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios,...y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros (2 Cor. 13, 13).

Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús (1 Tim. 1, 14).

Aclaración. La gracia y la caridad se distinguen claramente.

-La gracia santificante que el hombre recibe en la tierra es una participación anticipada de la que ha de poseer en el cielo.

...nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones (2 Cor. 1, 22).

Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado porque su germen permanece en él;... (1 Jn. 3, 9).

Aclaración. El germen es el de la vida divina depositado anticipadamente en el hombre viador.

-La gracia de Dios en el hombre en el estado de viador es ya el comienzo de la gloria en el estado de comprehensor y, por consiguiente, existe una relación íntima entre gracia y gloria.

Estado de viador es el del hombre durante su vida en la tierra y el de comprehensor el estado en la bienaventuranza eterna.

a) -Gracia en el estado de viador.

Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste (2 Cor. 5, 2).

Que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andábamos buscando la del futuro (Hebr. 13, 14).

b) -Gloria en el de comprehensor.

Ahora vemos en un espejo confusamente. Entonces veremos cara a cara (1 Cor. 13, 12).

c) -Relación íntima entre gracia y gloria.

Pero al presente, libres de pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin la vida eterna (Rom. 6, 22).

El don gratuito de Dios -la gracia- es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 6, 23).

2. La Gracia. Necesidad

-Para los actos que conducen a la salvación

-Para disponernos a conseguir el perdón de los pecados

-Para vencer las tentaciones

-Para merecer la primera gracia

-Para impetrar la gracia de Dios

-Para prepararse a recibir la gracia

-El hombre desaprovecha con frecuencia la gracia

-Para preservar en la gracia

-La gracia es necesaria para todos y cada uno de los actos que conducen a la salvación.

Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahvéh (Prov. 8, 35).

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae (Jn. 6, 44).

Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera como el sarmiento y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden (Jn. 15, 6).

Pues, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor.4, 7).

Por eso os hago saber que nadie, hablando por influjo del Espíritu de Dios, puede decir. «Anatema es jesús»! y nadie puede decir «¡Jesús es Señor!», sino por influjo del Espíritu Santo (1 Cor. 12, 3).

Mas por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo sino la gracia de Dios que está conmigo (1 Cor. 15, 10).

No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza (2 Cor. 3, 5).

...quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1, 6).

Toda dádiva buena y todo con perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni sombras de rotaciones (Santo. 1, 17).

-La Gracia que nos da Dios para disponernos a conseguir el perdón de los pecados o la ayuda para evitarlos, consiste en un auxilio prestado al entendimiento para conocer y a la voluntad para querer lo que es conveniente o necesario para lograr la salvación eterna.

Juan respondió: «Nadie puede arrogarse nada si no se le ha dado del cielo» (Jn. 3, 27).

Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (Jn. 4, 7).

No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,... (2 Cor. 3, 5).

En efecto, hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicásemos (Ef. 2, 10).

A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros,... (Ef. 3, 20).

...pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

Y el Dios de la paz...os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación de Jesucristo,... (Hebr. 13, 21).

-El hombre caído no puede vencer todas las tentaciones sin el auxilio de la gracia.

...la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto que perdimos la esperanza de conservar la vida (2 Cor. 1, 8).

-El hombre no puede merecer la primera gracia ni «De condigno» ni «De congruo» con sus solas fuerzas naturales.

...y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada (Rom. 3, 24).

Y, si es por gracia, ya no lo es por las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia (Rom. 11, 6).

Aclaración. El mérito debe tener proporción con el premio, y las obras naturales no tienen porción con la gracia sobrenatural de Dios.

-El hombre no puede impetrar la gracia del Dios sin su ayuda.

Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros,... (Rom. 8, 26).

Aclaración. Impetrar la gracia y mover a Dios par que se compadezca de nosotros es una obra saludable que el hombre no puede alcanzar con sus solas fuerzas naturales.

-El hombre caído no puede prepararse a recibir la gracia con sus propias fuerzas naturales.

No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,... (2 Cor. 3, 5).

Aclaración. Toda preparación positiva a la gracia es sobrenatural y, por tanto, no se puede con sólo las fuerzas naturales.

-El hombre desaprovecha con frecuencia la gracia que Dios le brinda.

Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo:

...«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del abeto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que hay que practicar, aunque sin descuidar aquello (Mt. 23, 1 y 23).

«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! (Hch. 7, 51).

-La perseverancia completa en la gracia es un especial beneficio gratuito de Dios.

Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años. Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad (Sab. 4, 13-14).

Les decía una palabra para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfaceller (Lc. 18, 1).

Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre (Lc. 21, 36).

...quien inició en vosotros la obra buena, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1, 6).

...para vosotros a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento (1 Pe. 1, 5).

3. La Gracia. Gratuidad

-Sólo Dios es causa principal de la gracia

-Es totalmente gratuita

-El hombre necesita una disposición personal para recibirla

-Sólo Dios es la causa principal de la gracia santificante.

Mas ¿quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno! (Job 14, 4).

Aclaración. Sólo nos puede hacer hijos adoptivos de Dios aquel que es padre de toda la familia humana y, por tanto, sólo él puede ser causa eficiente y principal de la gracia santificante.

-La gracia de Dios es totalmente gratuita.

...y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús,... (Rom. 3, 24).

Por tanto no se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia (Rom. 9, 16).

Isaías, a su vez, se atreve a decir; «Fui hallado de quienes no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí (Rom. 10, 20).

Y, si es por gracias, ya no lo es por las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia (Rom. 11, 6).

Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe (Ef. 2, 8-9).

Aclaración. Es claro que Dios concede su gracia a los hombres gratuitamente, mucho más por su liberalidad que por nuestras obras.

-El hombre adulto necesita una disposición personal para recibir la gracia santificante.

Así dice Yahvéh Sebaot: Volveos a mí -oráculo de Yahvéh Sebaot- y yo me volveré a vosotros,... (Za. 1, 3).

Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, dice Yahvéh Sebaot (Mal. 3, 7).

4. La Gracia. Propiedades

-No es igual para cada uno

-Es igual para los igualmente dispuesto y desigual para los desigualmente dispuestos

-Puede aumentarse

-Puede perderse por el pecado mortal

-Nadie puede estar seguro de poseerla

-Cada hombre puede conocer ciertos indicios de poseerla

-Pero no indicios ciertos aunque sí suficientes para gozar de confianza plena en Dios.

-La gracia de la justificación no es igual en cada uno de los justos.

Pues aumenta por las obras buenas y éstas no son iguales en cada uno de los hombres.

Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta (Mt. 16, 27).

...cada cual recibirá el salario según su propio trabajo,... (1 Cor. 3, 8).

-La gracia santificante es igual para los igualmente dispuesto, y desigual para los desigualmente dispuestos.

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo (Ef. 4, 7).

Aclaración. La medida del don de Cristo es mayor o menor según la disposición subjetiva de cada uno.

-La gracia de la justificación puede aumentarse.

La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día (Prov. 4, 18).

Aquel que provee de simiente al sembrador y de pan para su alimento, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia (2 Cor. 9, 10).

...que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificándose (Apo. 22, 11).

-La gracia de la justificación puede perderse por cualquier pecado mortal.

Si el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por causa del mal que ha cometido (Ez. 18, 26).

Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: la justicia del justo no le salvará el día de su perversión, ni la maldad del malvado le hará sucumbir el día en que se aparte de su maldad. Pero tampoco el justo vivirá en virtud de su justicia de su justicia el día en que peque (Ez. 33, 12).

-Nadie puede estar seguro de poseer la gracia de la justificación sin especial revelación de Dios.

¿Quién puede decir: «¿Purifiqué mi corazón, estoy limpio de pecado?» (Prov. 20, 9).

El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom. 8, 16).

-Cada hombre puede conocer ciertos indicios de poseer la gracia de la justificación.

El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom. 8, 16).

Cierto que mi conciencia nada me reprocha; más no por eso estoy justificado (1 Cor. 4, 4).

Aclaración. Estos indicios pueden ser la presencia del Espíritu y la tranquilidad de conciencia.

-Aunque el hombre no puede conocer indicios ciertos de poseer la gracia de la justificación, pero si suficientes para librarse de toda ansiedad y gozar de plena confianza en Dios.

Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado (1 Cor. 4, 4).

Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios, y cuanto le pidamos recibiremos de él (1 Jn. 3, 21).

5. La Gracia adyuvante

-Puede ser, operante, excitante y antecedente

-La excitante produce dos nociones: una en el entendimiento y otra en la voluntad

-La que influye en la voluntad la mueve a realizar el bien

-Las «gratis datas» las concede el E. Santo a quienes más se dedican al Apostolado

-La Gracia adyuvante puede ser: operante, excitante y antecedente.

a) -Gracia operante.

Es la que obra en nosotros un acto indeliberado en el entendimiento y en la voluntad.

...pues en él vivimos, nos movemos y existimos... (Hch. 17, 28).

Pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

b) -Gracia excitante.

Es la que va ordenada a conseguir el efecto para el cual se da. Dios la da a los infieles para que salgan de su infidelidad; a los pecadores para que se levantes de su pecado; a los justos para que hagan obras buenas ya a los santos para que aprovechen en santidad y en mérito.

Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo (Ef. 5, 14).

c) -Gracia antecedente.

Es la que dispone para que el alma quiera hacer el bien y evitar el mal.

...el Dios de mi amor viene a mi encuentro. Dios me hará desafiar a los que me acechan (Sal. 59, 11).

-La gracia excitante produce dos nociones: una en el entendimiento y otra en la voluntad.

a) -Corro por el camino de tus mandamientos.

b) -Pues tu mi corazón dilatas (Sal. 119, 32).

a) -Hazme entender para guardar tu Ley

b) -Y observarla de todo corazón (Sal. 119, 34).

Aclaración. La primera oración señalada con a) indica la moción del entendimiento y la segunda señalada con b) expresa la moción de la voluntad.

-La Gracia influye en la voluntad del hombre para moverla a realizar el bien.

Que Yahvéh nuestro Dios esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace. Que incline nuestros corazones hacia él para que andemos según todos sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos y las sentencias que ordenó a nuestros padres (1 Reg. 8, 57-58).

Inclina mi corazón hacia tus dictámenes, y no a ganancia injusta (Sal. 119, 36).

-Existen las Gracias «gratis datas» que el Espíritu Santo suele conceder principalmente a quienes más se dedican al apostolado en la Iglesia.

A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otro, carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, profecía; a otro discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obras un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad (1 Cor. 12, 7-11).

Aclaración. S. Pablo no ha tenido intención de formular una enumeración completa de todas las gracias «gratis datas» existentes.

6. La Gracia. Efectos

-Incorporación a Jesucristo

-Darnos una participación de la naturaleza de Dios

-Dios adopta a muchos como hijos

-Secundarios: hacemos hijos adoptivos de Dios, herederos suyos, coherederos con Cristo

-Hermanos en Cristo

-Otros efectos secundarios: hacernos gratos a Dios, llenar el alma de hermosura y conceder la vida sobrenatural

-Otros efectos consecuentes: unirnos con Dios y hacernos templos vivos de Él

-Hacernos justos y santos

-Hacernos gratos a Dios y amigos suyos

-La relación interior con Dios exige una transformación del Corazón

-Nos hace herederos del cielo

-Existe una verdadera incorporación íntima del cristianado a Jesucristo por medio de la gracia.

a) -En la muerte.

Si hemos muerto con él, también viviremos con él;... (2 Tim. 2, 11).

Porque si nos hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante;... (Rom. 6, 5).

b) -En la sepultura.

Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva (Rom. 6, 4).

c) -En la resurrección.

...y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús,... (Ef. 2, 6).

d) -En la restitución de una nueva.

Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo,... (Ef. 2 5).

Y a vosotros, que estabais muertos en vuestro delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con él y nos perdonó todos nuestros delitos (Col. 2, 13.)

e) -En la convivencia eterna con él.

Si hemos muerto con él, también viviremos con él;... (2 Tim. 2, 11).

Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él (Rom. 6, 8-9).

f) -En su Reino eterno con él.

...y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobre abundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Ef. 2, 6-7).

-El efecto principal de la gracia santificante es darnos una participación física y formal de la misma naturaleza de Dios.

La gracia santificante es una cualidad sobrenatural inherente a nuestra alma que nos da una participación física y formal de la naturaleza misma de Dios, bajo su propia razón de deidad.

...nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina... (2 Pe. 1, 4).

-Dios adopta a muchos hombres como hijos suyos.

...recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom. 8, 15-16).

-Los efectos secundarios de la participación física y formal de la misma naturaleza de Dios son tres: Hacernos hijos adoptivos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo.

a) -Nos hace hijos adoptivos de Dios.

Esta adopción se realiza por la infusión de la misma vida de Dios, nos hace hijos suyos y nos da derecho a la herencia de sus bienes.

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1 Jn. 3, 1).

b) -Nos hace herederos de Dios.

Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo,... (Rom. 8, 17).

c) -Nos hace hermanos de Cristo y coherederos con Él.

Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo,... (Rom. 8, 17).

Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos;... (Rom. 8, 29).

Todo esto queda claramente afirmado en el siguiente texto:

Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de Hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! Es Espíritu mismo se une a nuestros espíritus para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados (Rom. 8, 15-17).

-Por la adopción nos hacemos hermanos de Cristo.

«Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, ni hermana y mi madre» (Mt. 20, 50).

Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos cuando dice. Anunciaré tu nombre a mis hermanos;... (Hebr. 2, 11-12).

Aclaración. El mismo Cristo nos llama hermanos.

-Otros efectos secundarios de la gracia santificante son: Hacernos gratos a Dios, llenar el alma de hermosura y conceden la vida sobrenatural perfecta.

a) -Nos hace gratos a Dios.

...hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que el sea grato, con religiosa piedad y reverencia,... (Hebr. 12, 28).

b) -Llena el alma de hermosura.

¡Qué hermoso eres, Amado mío, qué delicioso! (Ct. 1, 16).

c) -Concede la vida sobrenatural perfecta.

Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn. 10, 10).

Aclaración. Esta vida la infunde Cristo por la gracia santificante.

-Otros efectos consecuentes de la participación de la naturaleza de Dios son: unirnos íntimamente con Dios y hacernos templos vivos de la Santísima Trinidad.

a) -Unirnos con Dios.

Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn. 4, 16).

b) -Hacernos templos de la Trinidad.

Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn. 14, 23).

-Por la Gracia santificante el hombre se hace justo y santo.

Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Cor. 6, 11).

...por gracia habéis sido salvados... (Ef. 2, 5).

...para que justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna (Tit. 3, 7).

-La Gracia santificante nos hace gratos a Dios y amigos suyos.

Os digo a vosotros amigos míos (Lc. 12, 4).

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando (Jn. 15, 14).

No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn. 15, 15).

...para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado (Ef. 1, 6).

Aclaración. La gracia santificante es participación de la naturaleza divina. Donde hay gracia Dios la ama y se complace en ella, y por tanto la gracia hace al hombre grato y amigo de Dios.

-La relación interior auténtica con Dios exige una transformación del corazón que sólo Dios puede otorgar por su gracia.

Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahvéh, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón (Jer. 24, 7).

...pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (Jer. 31, 33).

Descargaos de todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ez. 18, 31).

Yo os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas (Ez. 36, 26-28).

-La Gracia santificante nos hace herederos de la eterna bienaventuranza.

Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados (Rom. 8, 17).

7. La Gracia. Efectos últimos

-La perseverancia final

-La perseverancia de los niños que mueren antes del uso de razón y de los adultos recién justificados

-La gloria de Dios y la santificación de sus hijos

-La perseverancia final es un don de Dios.

El don de la perseverancia final es aquel que hace coincidir el momento de la muerte con el estado de gracia.

Halló gracia ante Dios y Dios le amó, y como vivía entre pecadores, le trasladó (Sab. 4, 10).

Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad (Sab. 4,14).

...quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús (Fil. 1, 6).

El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo,... (1 Pe. 5, 10).

-La perseverancia de los niños que mueren antes del uso de razón y de los adultos que mueren inmediatamente después de ser justificados, es un don especial de Dios.

Halló gracia ante Dios y Dios le amó, y como vivía entre pecadores, le trasladó (Sab. 4, 10).

Se lo llevó para que la maldad no pervirtiera su inteligencia o el engaño sedujera su alma; pues la fascinación del mal empaña el bien y los vaivenes de la concupiscencia corrompen la mente ingenua (Sab. 4, 11, 12).

Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad (Sab. 4, 14).

Aclaración. Estos textos se aplican a los niños y a los adultos recién justificados, según la sentencia de algunos Santos Padres.

-El fin último de la vida cristiana es la gloria de Dios y el fin próximo la santificación de sus hijos.

a) -El fin último, la gloria de Dios.

Yo, Yahvéh, ese es mi nombre, ni gloria a otro no cedo, ni mi pez a los ídolos (Is. 42, 8).

Tan sólo por mi amor, por mi amor, lo he hecho, pues ¿cómo mi nombre sería profanado? No cederé a otro mi gloria (Is. 48, 11).

Yo soy, yo soy el primero y también soy el último (Is. 48, 12).

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios (Apoc. 1, 8).

Aclaración. Todas son expresiones en las que Dios reclama y exige para sí su propia gloria.

b) -El fin próximo, la santificación de sus hijos.

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia...hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo (Ef. 4, 7-13).

8. La Gracia. Eficacia

-Existencia

-Conseguirá su efecto antes de que Dios la conceda a los hombres

-No se llama así por su efecto, sino porque puede producirlo

-Su acción es una determinación moral, no física

-Ilumina el entendimiento y fortalece la voluntad

-Tiene eficacia por si misma para mover la voluntad

-Determina a la voluntad por otros motivos

-La concede Dios para realizar cada uno de los actos sobrenaturales

-Existe la gracia suficiente o eficaz.

Es aquella que concede al hombre poder suficiente para obrar.

¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya hecho yo?

Yo esperabas que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces? (Is. 5, 4).

«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! (Hch. 7, 51).

Aclaración. Los judíos podían hacer uvas buenas, es decir, obras buenas, y no las hicieron. Tuvieron gracia suficiente, pero ésta careció de efecto.

-La gracia eficaz es tal que se puede afirmar que conseguirá infaliblemente su efecto antes de que Dios la conceda a los hombres.

...yo les daré un sólo corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios (Ez. 11, 19-20).

Cuando ha sacado sus ovejas, va delante de ellas, y sus ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños (Jn. 10, 5).

Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen (Jn. 10, 27).

Aclaración. ¿Cómo armonizar la eficacia de la gracia concedida al hombre, y su libertad humana? Porque a la vez que Dios concede al hombre una gracia eficaz para que obre de determinado modo, le rodea de circunstancias favorables para que obre de ese mismo modo eligiéndolo libremente.

-La Gracia de Dios eficaz no se llama así por su efecto, sino porque puede producirlo.

Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor. 4, 7).

...Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil, 2, 13).

Aclaración. La gracia eficaz, con la cual Dios opera, tiene el poder de realizar sus efectos.

-La moción de la gracia eficaz es una determinación moral, no física.

Determinación moral es una moción antecedente en la voluntad causada por audición, iluminación, inclinación del corazón, etc.

a) -Audición.

Todo el que escucha al Padre y aprende su enseñanza, viene a mí (Jn. 6, 45).

b) -Iluminación.

Pues el mismo Dios que dijo: «Del seno de las tinieblas brille la luz», ha hecho brillar la luz en nuestro corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios... (2 Cor. 4, 6).

c) -Inclinación del corazón.

Llévame en pos de ti: ¡Corramos! El Rey me ha introducido en sus mansiones;... (Cant. 1, 3).

-La Gracia actual ilumina el entendimiento y fortalece la voluntad de modo inmediato e intrínseco.

a) -Ilumina el entendimiento.

El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo (Hch. 16, 14).

Yo planté, Apolo regó; más fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer (1 Cor. 3. 6-7).

Aclaración. La predicación evangélica no fructifica sin la iluminación interna que Dios da.

...el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cual es la esperanza a que habréis sido llamados por él;... (Ef. 1, 17-18).

b) -Fortalece la voluntad.

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae;... (Jn. 6, 44).

...pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

-La Gracia de Dios eficaz tiene eficacia por sí misma para mover la voluntad del hombre a realizar actos saludables.

El corazón del rey es como el agua del canal en mano de Yahvéh, que él dirige donde quiere (Prov. 21, 1).

Si Yahvéh Sebaot toma una decisión, ¿quién la frustará? Si él extiende su mano, ¿quién se la hará retirar? (Is. 14, 27).

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae;... (Jn. 6, 44).

Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor. 4, 7).

Aclaración. La causa segunda nada puede hacer sino por virtud de la causa primera.

-La gracia eficaz también determina a la voluntad por otros afectos o motivos de temor o de recompensa.

a) -Temor.

Por tu terror tiembla mi carne, de tus juicios tengo miedo (Sal. 119, 120).

...y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de junto a mí;... (Jer. 32, 40).

b) -Recompensa.

Inclino mi corazón a practicar tus preceptos, recompensa por siempre (Sal. 119, 112).

-La gracia eficaz la concede Dios a los hombre para realizar cada uno de los actos sobrenaturales.

...pues Dios es quien obra en vosotros el querer el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos (Ef. 2, 10).

A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros,... (Ef. 3, 20).

Aclaración. Es evidente que Dios, primer motor de todos los movimientos y primera causa de todas las cosas, haya de influir en todos los efectos sobrenaturales de las criaturas.

9. La gracia. Eficacia. Otras características

-La oración medio necesario para obtenerla

-Es necesaria para realizar las obras más difíciles

-Dios concede la suficiente para realizar las cosas más difíciles

-Para perseverar hasta el fin, el hombre necesita además el don de la perseverancia

-No priva al hombre de su libertad

-Para obtener la gracia eficaz, la oración es un medio necesario e infalible.

a) -Es un medio necesario.

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá (Mt. 7, 7-8).

No tenéis porque no pedís. Pedís y no mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones (Sant. 4, 2-4).

b) -Es un medio infalible.

...invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria (Sal. 50, 15).

Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías (Jer. 33, 3).

Si me pedís algo en nombre, yo lo haré (Jn. 14, 14).

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis (Jn. 15, 7).

-La gracia eficaz es necesaria para realizar las obras más difíciles.

Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas (Ez. 36, 27).

...pues Dios es quien obra en vosotros el quered y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

En efecto, hechura suya somos creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos (Ef. 2, 10).

-La gracia eficaz que Dios concede comunmente a todos es suficiente para obtener los auxilios más abundantes con los cuales poder realizar cosas más difíciles para obtener la salvación eterna.

Convertíos y apartaos de todos vuestros crímenes; no haya para vosotros más ocasión de mal (Ez. 18, 30).

Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará (1 Pe. 5, 9-10).

-El hombre, en estado de naturaleza caída, necesita para preservar hasta el fin, además de la gracia santificante y de otras gracias actuales, el don de la perseverancia.

Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros (Jn. 17, 11).

Les pactaré alianza eterna de hacerles el bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de junto a mí;... (Jer. 32, 40).

Aclaración. La perseverancia es un don de Dios distinto de la gracia.

-La gracia eficaz que Dios concede a los hombres no les priva de su libertad.

Feliz el rico que fue hallado intachable, que tras el oro no se fue. ¿Quién es y le felicitaremos? (Si. 31, 8-9).

¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, hacer mal y no lo hizo? (Si. 31, 10).

Porque tuve hambre y disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme (Mt. 25, 35-36).

Aclaración. Una recompensa se da razonablemente a quien hace una obra buena pudiendo dejar de hacerla.

10. La Gracia actual

-Nos viene de Cristo

-Coopera con el hombre inmediata y mediatamente

-Proporcionan fuerzas morales y físicas

-Dios la concede como prenda del Espíritu Santo.

-Nuestra participación de la gracia nos viene de Jesucristo que la posee en plenitud.

Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo (Jn. 1, 16-17).

...pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud,... (Col. 1, 19).

Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad... (Col. 2, 9).

...y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús,... (Rom. 3, 24).

...hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef. 1, 10).

Aclaración. Como la savia vital sube desde la raíz hacia las ramas de la planta o como la sangre del corazón sale para irrigar los miembros del cuerpo, así la gracia sale de su fuente original que es Cristo cabeza y viene a nosotros sus miembros para darnos la vida sobrenatural.

-Las gracias actuales cooperan con nosotros de dos modos: inmediatamente y mediatamente.

a) -Inmediatamente:

-sobre el entendimiento y

-sobre la voluntad.

1º -Iluminando el entendimiento:

Pues el mismo Dios que dijo: del seno de las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de dios que está en la faz de Cristo (2 Cor. 4, 6).

Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente, iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cual es la esperanza a que habéis sido llamados por él (Ef. 1, 17-18).

2º -Ayudando a la voluntad:

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae (Jn. 6, 44).

Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar como bien le parece (Fil. 2, 13).

De modo que, ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que hace crecer (1 Cor. 3, 7).

b) -Mediatamente:

Valiéndose de:

-Personas,

El Señor le abrió el corazón (a Lidia) para que se adhiriese a las palabras de Pablo (Hch. 16, 34).

-El Señor envió a Pablo a los gentiles.

«para que les abras los ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados mediante la fe en mí (Hch. 26, 18).

-Las gracias actuales cooperan con nosotros, proporcionándonos fuerzas morales y físicas para obrar el bien.

a) -Nos proporcionan fuerzas morales:

...Pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).

En efecto, hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que praticaramos (Ef. 2, 10).

A aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros (Ef. 3, 20).

...y cual la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa... (Ef. 1, 19).

b) -Nos proporcionan fuerzas físicas:

...pues en él vivimos, nos movemos y existimos,... (Hch. 17, 28).

-Dios concede su gracia al hombre como prenda del Espíritu Santo.

...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom. 5, 5).

Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu (2 Cor. 5, 5).

11. La Gracia actual. Distribución

-Dios concede las suficientes a todos los hombres para cumplir los mandamientos

-No las concede en todo momento sino en algunos determinados

-Las concede a todos los infieles sean positivos o negativos

-Concede a unos más y a otros menos

-Tal distribución desigual es por su voluntad sapientísima

-También la cooperación desigual de cada hombre

-A los pecadores les concede los auxilios suficientes para arrepentirse

-A los infieles para que se conviertan a la fe

-No niega su gracia al que hace lo que puede por alcanzarla

-Dios concede a todos los hombres, sean justos o pecadores, incluso endurecidos, gracias suficientes para que puedan cumplir los mandamientos.

Porque estos mandamientos que yo te prescribo hoy no son superiores a tus fuerzas, ni están fuera de tu alcance (Deut. 30, 11).

Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito (1 Cor. 10, 13).

Aclaración. Si Dios no les diese las gracias suficientes, no les mandaría cumplir los mandamientos y permitirán que los hombres fuesen tentados por encima de sus fuerzas.

-La gracia suficiente que Dios concede a los pecadores para su conversión, no las da en todo momento; pero no hay ningún pecador, por obcecado y endurecido que esté, que no reciba la Gracia suficiente para su conversión en momentos y lugares determinados.

¡Ojalá oyerais hoy su voz! No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá (Sal. 95, 8).

Aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en él;... (Jn. 12, 37).

Aclaración. Se ven los tiempos y los momentos concedidos para su conversión.

-Dios concede las gracias suficientes para su salvación, a los infieles todos, sean positivos sean negativos.

Infieles positivos son aquellos que no quieren aceptar la doctrina de la fe cuando tienen ocasión de conocerla, o aquellos que la rechazan después de haberla aceptado.

Infieles negativos son aquellos a los cuales no les ha llegado nunca la doctrina de la fe.

a) -Dios concede las gracias a los infieles positivos.

Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para la ciudad aquella (Mt. 10, 14-15).

Aclaración. Pudieron creer porque se les concedió gracia suficiente, y no creyeron. Su resistencia a la gracia es un pecado grave.

b) -Dios concede sus gracias a los infieles negativos.

...el Dios vivo, que es el Salvador que todos los hombres, principalmente de los creyentes (1 Tim. 4, 10).

...nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tim. 2, 4).

Aclaración. Se deduce que a todos les da las gracias suficientes porque es salvador de todos y quiere que todos se salvan.

-Dios concede a todos los hombres las gracias suficientes para salvarse, sin embargo concede a unos más y a otros menos.

La parábola de los talentos.

Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda; a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad... (Mt. 25, 14-15).

Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo el Dios que obra todo en todos (Rom. 12, 4-6).

Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad (1 Cor. 12, 11).

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo (Ef. 4, 7).

Dios es muy dueño de distribuir con mayor o menor abundancia las gracias suficientes, con tal que al menos favorecido no le faltan las necesarias para salvarse, todas como don gratuito, nunca como merecimiento personal de cada hombre.

-La razón primera y principal de la distribución desigual de las gracias, es la voluntad profundísima y sapientísima de Dios.

Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en participar según su voluntad (1 Cor. 12, 11).

Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito (Mt. 11, 26).

-La razón secundaria de la distribución desigual de las gracias, es la cooperación desigual de cada hombre y la misma falta de cooperación.

Dios sigue dos leyes en la distribución de sus gracias:

a) -La correspondencia y el uso fiel de las gracias concedidas es causa de concesión de nuevas y más abundantes gracias.

b) -El abuso de las gracias concedidas es causa de escasa o nula concesión.

Os digo que a todo el que tenga, se le dará; pero al que no tenga, aún lo que tiene se le quitará (Lc. 19, 26).

La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día. Pero el camino de los malos es como tinieblas, no saben dónde han tropezado (Prov. 18-19).

-Dios concede auxilios necesarios a los pecadores para que se conviertan

A todos los pecadores, aún a los endurecidos y obstinados, ofrece Dios los auxilios suficientes para poder arrepentirse de sus pecados.

Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahvéh, que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado cambia de conduzca y viva. Convertíos, convertíos de vuestra mala conducta. Por qué vais a morir, casa de Israel? (Ez. 33, 11).

O ¿desprecias tal vez sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión? (Rom. 2, 4).

...no queriendo (Dios) que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión (2 Pe. 3, 9).

No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores (Luc. 5, 32).

Aclaraciones.

Todas estas expresiones demuestran con toda evidencia que Dios desea la conversión de los pecadores.

La conversión es una acción de orden sobrenatural, imposible de realizar con las solas fuerzas humanas,

Luego Dios vincula auxilios necesarios que los concede a los pecadores para que se conviertan.

-Dios ofrece a todos los infieles las gracias suficientes para que puedan convertirse a la fe.

Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn. 1, 9).

Él es víctima de propiciación por nuestro pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero (1 Jn. 2, 2).

Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos... (Rom. 10, 12).

Aclaración.

La concesión de las gracias suficientes para la salvación es la consecuencia de la voluntad salvífica universal de Dios.

-Dios no niega jamás su gracia al que hace lo que puede por alcanzarla.

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; al que llama se le abrirá (Mt. 7, 7-8).

«Al que hace cuanto puede» se entiende con la ayuda de la gracia actual, que Dios ofrece a todos los hombres.

12. La Gracia actual. Necesidad

-El hombre ya justificado, necesita aún de la gracia actual para realizar actos sobrenaturales

-Para el inicio en la fe y para el deseo de salvación

-Para hacer un acto de fe saludable

-Para cumplir la Ley natural

-Para perseverar en el bien

-Para vencer las tentaciones

-Para evitar todo pecado

-Si está en pecado para no caer en otro

-Para evitar los pecados veniales durante toda la vida

-Si está en pecado, para merecer la Gracia

-Si está en pecado, para impetrarla

-Para conocer las verdades especulativas y prácticas del orden natural

-Para hacer actos meritorios

-El hombre ya justificado y, por tanto, en posesión de la gracia, de las virtudes y de los dones (hábitos sobrenaturales) necesita todavía otro auxilio de la gracia actual para realizar actos sobrenaturales.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí como yo en él, ese da mucho fruto (Jn. 15, 5).

Aclaración. Se habla del influjo de Cristo sobre los mismos justificados; influjo que antecede siempre a sus buenas obras, las acompaña y las sigue.

...siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor (Ef. 4, 15-16).

Aclaración. Así como además de la esencia y de las facultades operativas se requiere la ayuda de Dios para realizar cualquier acción natural, así en el orden natural, así en el orden sobrenatural, además de la gracia y de las virtudes, se requiere la previa moción y concurso sobrenatural, que no es otra cosa que la gracia actual.

-La gracia es necesaria para el inicio de la fe y para el deseo de la salvación.

...trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 12-13).

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae (Jn. 6, 44).

...nuestra capacidad viene de Dios (2 Cor. 3, 5).

El que permanece en mí como yo en él, ese da mucho fruto (Jn. 15, 5).

De estos textos se deduce que todo bien procede de Dios, sean generales o sean particulares como el inicio de la fe y el deseo de salvación.

-La gracia es necesaria para hacer un acto de fe saludable.

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae;... (Jn. 6, 44).

El Señor le abrió el corazón (a Lidia) para que se adhiriese a las palabras de Pablo (Hch. 16, 14).

-El hombre, en estado de naturaleza caída, no puede cumplir toda la Ley natural, sin un especial auxilio de la gracia.

...pero, comprendiendo que no podría poseer la Sabiduría si Dios no me la daba,...me dirigí al Señor y se la pedí;... (Sab. 8, 21).

...pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la Ley del pecado que está en mis miembros. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva hasta la muerte? ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! (Rom. 7, 23-24).

Aclaración. Sabiduría significa aquí «fuerza divina que dirige la vida del hombre hacia su fin último.»

-El hombre justo, en estado de naturaleza caída, no puede perseverar largo tiempo en el bien sin especial ayuda de Dios.

La Sagrada Escritura inculca:

a) -Que la lucha es continua contra el mundo, el demonio y la carne:

Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado (1 Tim. 6, 12).

Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate (Hebr. 10, 32).

Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las asechanzas del diablo (Ef. 6, 11).

Porque nuestra lucha es contra los Espíritus del mal que están en las alturas (Ef. 6, 12).

Sed sobrios y velad. Vuestro adversario el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará (1 Pe. 5, 8-10).

Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas (Iac. 1, 2).

¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman (Iac. 1, 12).

Cada uno es tentado por su propia concupiscencia que le arrastra y seduce (Iac. 1, 14).

Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne (2 Jn. 7).

Y nada tiene de extraño; que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Cor. 11, 14).

b) -Que se implore el auxilio divino sin el cual no se pueden vencer los enemigos de la salvación:

Y no nos dejes caer en tentación, más librarnos del Mal (Mat. 6, 13).

Velad y orad, para que no caigáis en tentación, que el espíritu es pronto pero la carne es débil (Mat. 26, 41).

-El hombre, en estado de naturaleza caída, no puede vencer ninguna tentación grave con sus solas fuerzas naturales, sin una gracia especial del Espíritu Santo.

Y fiel es Dios que no permitiré seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito (1 Cor. 10, 1).

...y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del Mal (Mt. 6, 13).

...la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto que perdimos la esperanza de conservar la vida (2 Cor. 1, 8).

Aclaración. Es evidente que hace falta el auxilio de la gracia para superar las tentaciones.

-El hombre, en estado de naturaleza caída, además de la gracia santificante, necesita otro auxilio de la gracia actual para evitar todo pecado mortal.

Si Yahvéh no construye la casa, en vano se afanan los constructores. Si Yahvéh no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia (Sal. 127, 1).

Aclaración. «Ciudad» significa aquí el «alma como sujeto de las tentaciones», según explicación de algunos Santos Padres.

-El hombre, en estado de naturaleza caída, cuando permanece en pecado mortal, no puede estar mucho tiempo sin caer en otro con sus solas fuerzas naturales.

Suele aducirse el siguiente texto:

Jerusalén recuerda sus días de miseria y vida errante, cuando a manos del adversario sucumbía su pueblo, sin que nadie viniera en su ayuda. Los adversarios la miraban, riéndose de su ruina (Lm. 1, 7).

-El hombre ya justificado no puede evitar durante toda su vida los pecados veniales, sin especial ayuda de Dios, aunque sea muy perfecto y santo.

...perdónanos nuestras dudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores... (Mt. 6, 12).

...pues todos caemos muchas veces (Iac. 3, 2).

Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos (1 Jn. 1, 8).

¿Quién puede decir: «Purifiqué mi corazón, estoy limpio de pecado? (Prob. 20, 9).

Aclaración. La razón, con la ayuda de Dios, pudiera reprimir cada uno de los movimientos que llevan al pecado originados por la corrupción del apetito inferior de la sensualidad, pero no todos considerados colectivamente, pues la razón no puede estar siempre vigilante y atenta para controlar el consentimiento de estos movimientos.

-El hombre caído no puede merecer la gracia con sus solas fuerzas naturales.

Así dice Yahvéh Sebaot:

Volveos a mí -oráculo de Yahvéh y yo me volveré a vosotros (Zac. 1, 3).

El valor sobrenatural de la gracia trasciende infinitamente el valor y las fuerzas de toda naturaleza creada o creable, y por lo tanto, sólo con una ayuda de la gracia actual puede elevarse a esas alturas.

-El hombre caído no puede impetrar la gracia con una oración solamente natural, o sea, sin la ayuda de la gracia actual.

¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor. 4, 7).

Mas, por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí (1 Cor. 15, 10).

Aclaración. Si el hombre con su sola oración natural, sin la ayuda de la gracia, pudiera impetrar la gracia, el principio de su salvación provendría de nosotros y no de Dios.

Deducciones:

a) -El hombre caído no puede disponerse a recibir la gracia con sus solas fuerzas naturales.

b) -El hombre caído no puede producir un movimiento inicial hacia la fe con sus solas fuerzas naturales, porque tal movimiento procede de la gracia.

c) -El hombre caído no puede realizar ningún acto relacionado con la propia salvación, sin la previa moción de la gracia actual.

Todos estos actos sobrenaturales exceden la fuerza natural del hombre caído, y por tanto sin la gracia.

-El hombre en estado de naturaleza caída, sin especial auxilio de la gracia, no puede conocer todas las verdades especulativas y prácticas de orden natural.

Los pensamientos de los mortales son tímidos e inseguras las ideas que nos formamos; pues un cuerpo corruptible hace pesada el alma y esta tienda de tierra oprime el espíritu fecundo en pensamientos. Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra y con fatiga hallamos lo que hay a nuestro alcance; ¿quién, entonces, ha podido rastrear lo que está en los cielos? Y ¿quién hubiera conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu Espíritu Santo? (Sab. 9, 14-17).

-El hombre no puede hacer actos saludables y meritorios ante Dios, sin la ayuda de la gracia.

No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,... (2 Cor. 3, 5).

Juan respondió: «Nadie puede arrogarse nada si no se le ha dado del cielo...» (Jn. 3, 27).

13. La Gracia actual. No es necesaria

-A los infieles para hacer obras honestas naturalmente.

-Al hombre para hacer actos buenos naturales

-Al hombre para conocer verdades de orden natural

-Los infieles pueden hacer obras naturalmente honestas en su estado de infidelidad.

En efecto, cuando los gentiles que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la Ley, sin tener Ley, para sí mismos son Ley, como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón,... (Rom. 2, 14).

-El hombre, en estado de naturaleza caída, puede hacer actos naturalmente buenos, aún sin especial auxilio de Dios.

En efecto, cuando los gentiles que no tienen Ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la Ley, sin tener Ley, para sí mismos son Ley (Rom. 2, 14).

-El hombre en estado de naturaleza caída, con la sola ayuda general de Dios, sin otro auxilio gratuito, puede conocer algunas verdades de orden natural, sean especulativas o prácticas.

...pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor (Sab. 13, 5).

Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras; su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables;... (Rom. 1, 20).

Aclaración. Nuestro entendimiento puede conocer algunas verdades naturales con sólo sus fuerzas, sin ayuda de la gracia.

14. La Gracia actual. Suficiente y eficaz

-Se divide en suficiente y eficaz

-La suficiente no unida a la eficaz es concedida para realizar actos sobrenaturales

-Dios concede gracias no eficaces pero sí suficientes para realizar el fin

-El hombre puede preservar hasta el fin con la gracia suficiente que Dios le concede

-La gracia actual se divide en suficiente y en eficaz.

a) -Gracia suficiente.

Ya que os he llamado y no habéis querido, he tendido mi mano y nadie ha prestado atención,... (Prov. 1, 24).

b) -Gracia eficaz.

Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas (Ez. 36, 27).

-La gracia actual suficiente que no va unida a la gracia eficaz, es concedida al hombre muchas veces para realizar actos sobrenaturales.

Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios (2 Cor. 6, 1).

¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! (Hch. 7, 51).

Aclaración. Los hombres pueden muchas veces hacer obras moralmente buenas y, sin embargo, no las hacen. Es evidente que les es concedida una gracia suficiente que no va unida a la eficaz.

-Dios concede a los hombres ciertas gracias que no son eficaces, pero sí suficientes para poder realizar el fin para el cual se conceden.

¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces? (Is. 5, 4).

«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que saco y ceniza se habrían convertido» (Mt. 11, 21).

«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!» (Mt. 23, 37).

Aclaración. Reprender a los hombres por no haber hecho alguna cosa es afirmar implícitamente que tenían gracias suficientes para realizarlas.

-El hombre, en estado de naturaleza caída, puede perseverar hasta el fin con la gracia suficiente que Dios concede a los justos.

Permaneced en mí, como yo en vosotros (Jn. 15, 4).

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él (Jn. 6, 56.)

Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida (Apoc. 2, 10).

Pronto vendré; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te arrebate tu corona (Apoc. 3, 11).

...sólo que mantengáis firmemente hasta mi vuelta lo que ya tenéis... (Apoc. 2, 25).

Aclaración. Dios manda la perseverancia, pero concediendo su gracia, porque él no manda imposibles.