fundación GRATIS DATE

Gratis lo recibisteis, dadlo gratis

Otros formatos de texto

epub
mobi
pdf
zip

Descarga Gratis en distintos formatos

Conclusión general

El Catecismo nos enseña que debe existir «entre os cristianos un verdadero espíritu filial con respecto a la Iglesia» (CEC 2040).

Ése es el camino de los santos, como lo demuestran los siguientes textos:

Del Padre Pío:

«Santo Padre, sé que su corazón sufre mucho estos días por el destino de la Iglesia, pero de forma especial por la falta de obediencia al Magisterio, que Su Santidad ejerce con la asistencia del Espíritu Santo en nombre de Dios. Le ofrezco mi oración y mis sufrimientos como pequeña pero sincera contribución del último de sus hijos, para que el Señor, con su gracia, le consuele y pueda continuar por el camino recto y fatigoso de la defensa de la Verdad eterna, que no varía a pesar de los cambios de los tiempos» 90.

90 Carta del 6-IX-1968 a Pablo VI, en la que San Pío de Pietrelcina, poco antes de morir, ofrecía su vida por el Papa.

De San Pedro Julián Eymard

«Lejos de la Iglesia, esos pobres viajeros vagan sin guía en pleno desierto. ¿Quiénes son esos marinos en un navío sin timón ni piloto? ¡Ay de ellos! Hijos desafortunados, abandonados en la vía pública, sin madre que los quiera y alimente […]. Cuando Jesucristo nos dio la Santa Iglesia como madre y maestra en la fe, nos dio la mayor gracia que podía darnos. Por lo tanto, no hay mayor caridad para con el prójimo que mostrarle la verdadera Iglesia. ¿Pero cuál es esa Iglesia de Jesucristo? ¿Dónde está? ¿Cómo descubrirla? ¿Cómo conocerla? La Iglesia de Jesucristo es la Iglesia Romana, personificada en el Papa, sucesor de Pedro, Vicario de Jesucristo en la Tierra […]. «Donde está Pedro, dice San Ambrosio, allí está la Iglesia» […]. El Papa es Jesucristo que enseña, Jesucristo que santifica y Jesucristo que gobierna su Iglesia. Sin el Papa, por lo tanto, no hay Iglesia; lejos del Papa, sólo hay cisma y esterilidad; contra el Papa, herejía y escándalo […], el crimen que llama sobre el responsable todas las venganzas divinas y todos los infortunios reservados a los sacrílegos. La Iglesia es también el obispo, representante del Papa 91, con poder y gracia, dice San Pablo, «para regir la Iglesia de Dios» (Hch 20,28). La Iglesia es el sacerdote, que representa al obispo en la parroquia […]. ¿Pero cómo sabré yo si un obispo o un sacerdote son verdaderamente los representantes del Soberano Pontífice y los depositarios de la autoridad católica? Simplemente, preguntando al obispo: ¿Ha sido nombrado por el Papa? ¿Está unido al Papa? ¿Trabaja con el Papa? Si la respuesta es afirmativa, él será para mí el Papa que enseña, santifica y gobierna la Iglesia, será la propia Iglesia. Preguntando al sacerdote: ¿Ha sido nombrado por el obispo? ¿Trabaja con él? Si la respuesta es afirmativa, entonces es el pastor legítimo, que tiene la fe de la Iglesia y la gracia de Jesucristo […]» 92.

91 Nota del Editor.– El magisterio posterior ha precisado que los obispos no son propiamente representantes del Papa, sino representantes del mismo Cristo.

92 San Pedro Julián Eymard, La Divina Eucaristía, vol. 5, parte III: De la devoción a la Santa Iglesia.

Como afirmaba Dom Antônio de Castro Mayer:

«Como fieles católicos, en nuestras relaciones con el Papa debemos comportarnos con un vivo espíritu de fe. Siempre debemos ver en el Papa al Vicario de Cristo en la tierra, cuyas palabras, en el ejercicio de su misión, deben tomarse como palabras del propio Señor. Por esta razón, al Papa le debemos respeto, veneración y dócil obediencia, evitando cualquier espíritu de crítica destructiva. Es necesario que nuestra conducta refleje la convicción de nuestra fe, la cual nos muestra en el Papa al Vicario del mismo Jesucristo» 93.

93 Dom Antônio de Castro Mayer, Veritas, abril-mayo de 1980

«Os recomendamos vivamente la humildad, la mortificación, el espíritu de penitencia. No os fiéis de vuestros propios juicios. Nuestro Señor nos ha dado la inteligencia para conocer la verdad que ha querido revelarnos, pero Él mismo nos ha hecho comprender que se trata de misterios que superan la capacidad de nuestro entendimiento. Por esta razón, si queremos evitar las desviaciones del error, debemos seguir dócilmente las enseñanzas de los Pastores que nos ha dado para mantenernos en la integridad de su Palabra y en la pureza de sus preceptos. Recordad siempre las normas que da San Ignacio de Loyola para sentire cum Ecclesia, especialmente válidas para los tiempos difíciles de racionalismo en los que vivimos: “Dejando todo juicio propio, debemos tener el ánimo listo y pronto para obedecer en todo a la verdadera esposa de Cristo nuestro Señor, que es nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica” (Libro de los ejercicios espirituales, Reglas para sentir con la Iglesia, primera regla). Para expresar mejor el contenido de esta primera regla, añade en la décimotercera: “Para acertar en todo, siempre debemos creer que es negro lo que yo veo blanco, si la Iglesia Jerárquica así lo determina, creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo Espíritu que nos gobierna y rige para la salvación de nuestras almas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra Santa Madre Iglesia”. En la actitud recomendada por el Santo, hay un acto de fe más aún que un acto de humildad. La Iglesia es un misterio de Dios, que sólo los pequeños que se confían a ella en el abandono más absoluto pueden saborear (cf. Mt 11,25). Así, queridos hijos míos, tenemos que vivir, para dar gloria a Dios en este mundo, y gozar eternamente de él en el otro» 94.

94 Dom Antônio de Castro Mayer, Instrucción Pastoral sobre la Iglesia, 2-III-1965.

Estimados sacerdotes y fieles de nuestra Administración Apostólica:

He intentado dejar muy clara, en esta Orientación Pastoral, la postura doctrinal católica sobre el Magisterio de la Iglesia, sobre la Santa Misa y sobre el Concilio Vaticano II, postura adoptada por mí, como obispo de la Santa Iglesia, y por nuestra Administración Apostólica personal de San Juan María Vianney, que me ha sido confiada por el Santo Padre. Nosotros no nos regimos por la diplomacia, ni por el deseo de agradar a nadie ni de recibir aplausos, sino por el Magisterio de la Iglesia y por la teología católica, por la verdad y con conciencia sincera ante Dios, nuestro Juez supremo y Padre misericordioso. Sólo buscamos la gloria de Dios, la defensa de la Santa Iglesia y el bien y la salvación de las almas. De esta forma, intentamos ser fieles a la vocación y al carisma que nos fueron indicados por el Santo Padre al crear nuestra Administración Apostólica: fidelidad a la Tradición litúrgica, doctrinal y disciplinar de la Santa Iglesia, en plena comunión con su jerarquía: cum Petro et sub Petro.

Que Nuestra Señora, Madre de la Iglesia, Virgen fiel, nos proteja y nos guarde a todos en su Corazón Inmaculado, al cual nos consagramos por entero.