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Vocación y formación sacerdotal

1.-Cristo sigue llamando

El Señor continúa llamado a participar en su ser, en su misión y en su vida sacerdotal por medio de la Iglesia. La vocación sigue siendo un don suyo (Mc 3,13) y una iniciativa suya: «Yo os he elegido» (Jn 15,16; +Jn 6,56).

La vocación sacerdotal llega a ser realidad efectiva y definitiva cuando se recibe el sacramento del Orden.

La llamada de la Iglesia, durante el periodo de formación y, de modo especial, en el momento de la ordenación (por medio del obispo), es un factor constitutivo de la vocación sacerdotal y garantiza su existencia.

Puesto que Cristo llama a participar de modo especial en su ser y misión sacerdotal para el servicio de la Iglesia y de la humanida entera, la vocación sacerdotal es entrega incondicional para:

-ser signo transparente de la caridad del Buen Pastor,

-prolongarle en la acción evangelizadora,

-servir a la Iglesia particular y universal,

-formar parte de un Presbiterio cuya cabeza visible es un sucesor de los Apóstoles.

Cristo llama a la vida sacerdotal invitando al llamado a una serie de experiencias que marcarán profundamente toda su vida posterior:

-encuentro con Cristo, que se hace relación y amistad profunda (Jn 1,38-39; 15,14-15; Mc 10,38-39),

-seguimiento de Cristo para compartir la vida con él (Mt 4,19ss; 19,27),

-desprendimiento para ser signo de cómo ama él (Mc 10,21),

-pertenencia a la fraternidad del grupo apostólico (Lc 10,1; Jn 17,21-23),

-actitud de servicio a la comunidad eclesial (Mc 10,44-45; Jn 13,14-15).

2.-Señales de vocación sacerdotal

Las señales de vocación al sacerdocio se manifiestan de modo objetivo-externo en la vida ordinaria (PO 11).

El discernimiento debe concretarse principalmente en analizar:

-la recta intención o motivaciones,

-la libertad de decisión,

-la idoneidad o cualidades.

La idoneidad vocacional consiste en un conjunto de cualidades que corresponden a la vocación sacerdotal y al ejercicio del ministerio. Estas cualidades son intelectuales (capacidad necesaria y relativa), culturales (formación suficiente), humanas (salud física y psíquica), morales (virtudes humanas, cristianas y sacerdotales).

En toda vocación sacerdotal, hay que ver si el posible vocacionado se orienta hacia la oración de amistad con Cristo y de mediación (intercesión), el sentido y amor a la Iglesia, el seguimiento radical (evangélico) del Buen Pastor (pobreza, obediencia, castidad), espíritu comunitario, disponibilidad.

Cuando se trata de un posible candidato al sacerdocio diocesano (secular), hay que discernir (además de lo que hemos indicado para todo sacerdote), si las cualidades se orientan hacia:

-la santificación en relación al ministerio y a la pastoral de conjunto,

-la vida comunitaria en el Presbiterio,

-el sentido de pertenencia permanente a la Iglesia particular,

-la dependencia afectiva y efectiva (también en la espiritualidad) respecto al carisma episcopal.

3.-Formación sacerdotal inicial

La pastoral de las vocaciones sacerdotales tiene principalmente dos etapas: una preliminar en la misma comunidad eclesial, y otra ya en el Seminario o casa de formación.

La formación vocacional empieza en la familia, donde los padres deben tener «cuidado de la vocación sagrada» (LG 11).

La pastoral vocacional se encuadra dentro de la pastoral de conjunto, especialmente en relación a la pastoral juvenil, familiar y educativa.

Ya en el Seminario, los candidatos deben recibir una formación integral de «verdaderos pastores de almas» (OT 4).

El enfoque pastoral de la formación para el sacerdocio abarca, pues, todos los aspectos de la vida del Seminario:

-Espiritual: amistad con Cristo, a partir de la escucha y meditación de la palabra y de la eucaristía, celebraciones litúrgicas, práctica de virtudes cristianas, humanas y sacerdotales.

-Disciplinar o de convivencia: como vida de fraternidad y de familia; «mediante la vida en común en el Seminario y los vínculos de amistad y compenetración con los demás, deben prepararse para una unión fraterna con el Presbiterio diocesano, del cual serán miembros para el servicio de la Iglesia» (can.245, par.2).

-Intelectual y cultural: centrada en el conocimiento y la vivencia del misterio de Cristo, que capacita para una recta inculturación en las nuevas situaciones de la sociedad.

-Experiencias pastorales: según las posibilidades y etapas de formación, y según el nivel profético, litúrgico y de servicios de organización y caridad.

La personalidad humana, cristiana y sacerdotal es un desarrollo armónico y progresivo de criterios, escala de valores y actitudes, de suerte que el candidato aprenda a vivir en sintonía con el modo de pensar, sentir y amar de Cristo Sacerdote y Buen Pastor.

4.-Formación sacerdotal permanente

La formación permanente del sacerdote corresponde a los diversos períodos de la vida posterior a la ordenación sacerdotal. Hay que abarcar armónicamente todos los aspectos de la formación permanente, según las indicaciones conciliares y postconciliares:

-espiritualidad: doctrinal, práctica, asistencia personal, grupos de vida espiritual,

-pastoral: metodología, grupos apostólicos por zonas o por funciones pastorales,

-cultural: en todos los campos del saber eclesiástico y de interés para el ministerio,

-económico: asistencia material, previsión social,

-personal: atención a las personas (relaciones personales), descanso, celebraciones, dificultades, etc.

Será poco eficaz la formación permanente si no va acompañada de una verdadera pastoral sacerdotal. El sacerdote necesita encontrarse en espíritu de familia (no propiamente de empresa), dentro del Presbiterio. Las ideas y métodos que puedan ofrecérsele recobran toda su fuerza cuando llega a la persona en su misma circunstancia. Esto reclama relaciones personales de confianza, de aliento, de convivencia e incluso de compartir la vida con su propio obispo y con los demás hermanos del Presbiterio.

5.-Medios comunes y peculiares de la espiritualidad sacerdotal

No puede darse un proceso serio de vida espiritual sin poner los medios concretos adecuados.

No sería exacto subrayar unos medios de espiritualidad en contraposición a la acción ministerial. Los mismos ministerios son ya medios privilegiados de santificación, a condición de que se ejerzan «en el Espíritu de Cristo» (PO 13).

El concilio Vaticano II (PO 18; OT 8-12) señala algunos medios de santificación que son comunes de toda vocación cristiana:

-lección divina, oración mental (meditación de la palabra),

-celebración eucarística, espíritu de sacrificio,

-«cotidiano diálogo con Cristo en la visita y culto especial de la santísima Eucaristía»,

-frecuente celebración del sacramento de la reconciliación,

-examen diario de conciencia,

-retiro y Ejercicios espirituales,

-dirección espiritual,

-devoción filial a María Madre de Cristo Sacerdote.

Estos medios comunes se convierten en medios particulares para el sacerdote cuando se relacionan más directamente con los ministerios.

Estos medios de espiritualidad recobran una fuerza especial cuando se ponen en práctica en plan comunitario, especialmente en los encuentros para intercambio de experiencias y ayuda mutua: retiros, oración compartida, consejo espiritual, etc. Al mismo tiempo, estos medios deben favorecer la comunión con el propio obispo y con los hermanos sacerdotes y diáconos, como camino para construir la «fraternidad sacramental» en el Presbiterio (PO 18).

Guía pastoral

-Reflexión bíblica

-Vocación, don y declaración de amor: Mc 3,13; 10,21; Jn 15,9-16; Ef 1,4.

-Vocación, fruto de la oración: Mt 9,38.

-La vocación como encuentro con Cristo: Jn 1,38-39; 15,14-15; Mc 10,38-39.

-La vocación como seguimiento: Mt 4,19ss; 19,27; Mc 10,21.

-La vocación para la misión: Mc 3,14; Jn 20,21.

-Vocación de fraternidad y de servicio en la comunidad eclesial: Lc 10,1; Jn 17,21-23; Mc 10,44-45; Jn 13,14-15.

-Estudio personal y revisión de vida en grupo

-Signos y discernimiento de la vocación: recta intención, libertad, idoneidad (PO 11; OT 2,6).

-Colaboradores en el fomento y formación: familia, comunidad eclesial, educadores, el mismo llamado (OT 2).

-Medios concretos de espiritualidad: armonía con los ministerios (OT 19-21; can.245-256; PO 18; can.276,1186; Puebla 693-694).

-Seminario, tarea de todos (OT 3-7; Puebla 869-880).

-Línea pastoral del Seminario (OT 4,19); Puebla 969ss; Medellín XIII, 4-6.

-Formación permanente, naturaleza y práctica (PO 7 y 19; OT 22; CD 16; SC 18; can.244,248,252,279; Puebla 719-720).

-Organización y práctica de retiros y Ejercicios espirituales, experiencias, dificultades y posibilidades (can.246; 276).

-Experiencias, dificultades y posibilidades de la dirección espiritual (can.239,246).