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13 de abril

San Martín I

Papa y mártir

Nacido en Todi (Umbría), y miembro de la clerecía romana, fue elegido para la cátedra de san Pedro el año 649. Ese mismo año celebró un concilio en el que fue condenado el error monotelita. Detenido por el emperador Constante el año 653 y deportado a Constantinopla, sufrió lo indecible; por último fue trasladado al Quersoneso, donde murió el ano 656.

El Señor está cerca, ¿por qué me voy a preocupar?

De las cartas de san Martín primero, papa

Es un deseo nuestro constante el consolaros por carta, aliviando de algún modo la preocupación que sentís por nuestra situación, vosotros y todos los santos y hermanos que se interesan por nosotros en el Señor. Ved que ahora os recibimos desde nuestro cautiverio. Os digo la verdad en el nombre de Cristo, nuestro Dios.

Apartados de cualquier turbación mundana y depuestos por nuestros pecados, hemos llegado casi a vernos privados de nuestra propia vida. Ya que todos los habitan­tes de estas regiones son paganos y siguen las costumbres paganas, y no se da entre ellos esa caridad que es con­natural al hombre, que se da incluso entre los propios bárbaros, y que se manifiesta por una magnánima com­pasión.

Me ha sorprendido y me sigue sorprendiendo todavía sensibilidad y falta de compasión de todos aquellos que en cierto modo me pertenecíais, y también la de mis amigos y conocidos, quienes, cuando me he visto arrastra­do por esta desgracia, ni siquiera se acuerdan de mí, ni tampoco se preocupan de si todavía me encuentro sobre la tierra o de si estoy fuera de ella.

¿Creéis que tenemos miedo de presentarnos ante el tribunal de Cristo y que allí nos acusen y pidan cuentas hombres formados de nuestro mismo barro? ¿Por qué tienen l­os hombres tanto miedo de cumplir los mandamientos d­e Dios y temen precisamente donde no hay nada que temer? ¿O es que estoy endemoniado? ¿Tan perjudicial he sido para la Iglesia y contrario a ellos?

El Dios que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, confirme sus corazones, por intercesión de san Pedro, en la fe ortodoxa, y la robustezca contra cualquier hereje o adversario de la Iglesia y los guarde in­cólumes, sobre todo al pastor que ahora aparece como presidiéndolos, para que no se aparten, ni se desvíen, ni abandonen lo más mínimo de todo lo que profesaron por escrito ante Dios y ante sus ángeles, y puedan así recibir, juntamente conmigo, la corona de justicia de la fe ortodoxa, de manos del Señor y Salvador nuestro, Jesucristo.

De mi cuerpo ya se ocupará el Señor como él quiera, ya sea en continuas tribulaciones, ya sea en leve reposo.

El Señor está cerca, ¿por qué me voy a preocupar? Espero que por su misericordia no retrasará mucho el fin de mi carrera.

Saludad en el nombre del Señor a toda la familia y a todos los que se han sentido solidarios conmigo durante mi cautiverio. Que el Dios excelso os proteja, por su poder, de toda tentación y os dé la salvación en su reino.

Oración

Dios todopoderoso, tú has querido que san Martín primero, papa y mártir, no fuera vencido ni por las amenazas, ni por los sufrimientos; concédenos, a nosotros, soportar con fortaleza de espíritu las adversidades de este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.

El mismo día 13 de abril

San Hermenegildo

Mártir

San Hermenegildo es el gran defensor de la fe católica de España contra los durísimos ataques de la herejía arriana. Al margen de sus campañas militares, su verdadera gloria consiste en haber padecido el martirio por negarse a recibir la comunión arriana y en ser, de hecho, el primer pilar de la unidad religiosa de la nación, que llegaría poco después con la conversión de Recaredo. Muere el año 586.

La caridad, garantía de la unidad de la Iglesia

De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo

Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se levanten las olas, nada podrá contra la barca Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mi la vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.

Nadie nos podrá separar. Lo que Dios ha unido, no puede separarlo el hombre. Del hombre y de la mujer se : Abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

Si no puedes romper el vínculo conyugal, ¿cuánto menos podrás llegar a dividir la Iglesia? ¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ello? Y, allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor?

Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña.

Oración

Oh Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Hermenegildo, mártir, como intrépido defensor de la fe, concédenos a cuantos veneramos hoy la memoria de su martirio la unidad en la confesión de tu nombre y la perseverancia en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.